Fuente: Biografías y vidas |
En 364 a. C. Filipo volvió a Macedonia, participando en asuntos de gobierno. A raíz de la muerte de sus hermanos mayores, los reyes Alejandro II y Pérdicas III, llegó a ser regente de su sobrino Amintas IV, hijo de Pérdicas III. El joven Filipo, de 22 años, se convirtió en el gobernante de facto.
En sus tres años de estancia en Tebas, Filipo estudió de cerca los ejércitos griegos y su política. Se dio cuenta de que la nueva táctica de la ruptura que se enseñaba a los soldados, basada íntegramente en la falange, podía mejorarse mucho.
Su primer cometido fue organizar un buen ejército, competente, disciplinado y numeroso, capaz de enfrentarse con los más grandes pueblos de aquel mundo conocido, capaz de dominarlo, como lo hizo, a lo largo de dos siglos. Con este ejército tan preparado y tan bien equipado Alejandro Magno pudo realizar los sueños de su padre Filipo: conquistar Persia.
En el año 337 a. C., Filipo se divorcia de Olimpia. Su intención era volverse a casar con una noble macedonia, Eurídice, sobrina del general Átalo. Para aplacar el descontento de los nobles de Molosia (de donde era Olimpia), trama un matrimonio de conveniencia entre su propia hija Cleopatra y un hermano de Olimpia, Alejandro de Epiro, que era rey vasallo en Molosia. Para la boda se organizaron grandes fiestas en Egas. Desde el amanecer avanzaban en procesión solemne las estatuas de los doce dioses sentados en tronos lujosos muy adornados. Una estatua hacía la número trece: era la efigie del gran Filipo. Hubo un gran banquete y a continuación todos se dirigieron al teatro para terminar allí el agasajo. Llegó Filipo, y cuando se disponía a entrar en el recinto sin guardaespaldas , se le abalanzó un joven noble macedonio y le hirió en un costado. Murió al instante allí mismo.
Fuente: Historiae 2014 |
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