"El Laocoonte” es un grupo escultórico
del siglo I d. C. que pertenece a la escuela de Rodas y cuyos autores fueron Agesandro,
Polidoro y Atenodoro.
Representa la muerte del
sacerdote troyano Laocoonte, castigado por los dioses a
morir estrangulado por serpientes marinas junto a sus dos hijos.
Actualmente se encuentra en el Museo Pío-Clementino, perteneciente a los Museos
Vaticanos. Está tallado en una sola pieza de mármol que mide 2,45 m. y
representa todas las características del canon helenístico.
Fuente: apuntesdelalechuza |
La
copia está realizada en mármol blanco mediante la técnica de la talla en
piedra, pero en la obra original se utilizó la técnica de la cera perdida. La
forma del cuerpo está muy exagerada, tal y como se puede apreciar en el cuello
y los brazos de Laocoonte. La obra está dotada de una expresividad muy realzada
y el escorzo fue utilizado para darle más profundidad. Las líneas curvas le
confieren un gran dinamismo, al igual que el hecho de que la cabeza de una de
las serpientes ocupe el centro de la escultura. La expresión de Laocoonte
recuerda cómo se aferra a la vida y el traspaso de la vida a la muerte. Su
mirada se encuentra hacia el cielo, donde busca el consuelo de los dioses, y su
boca está abierta como señal de enfado hacia ese castigo que no merece. El
grupo escultórico presenta una captura del movimiento en forma de triángulo y
representa el dolor con la tensión de cada músculo del cuerpo del sacerdote y
sus rasgos faciales. Este dolor es físico, pero también es moral por la
impotencia de no poder salvar a sus hijos.
Se
sabía de la existencia de esta escultura gracias a una antigua descripción de
Plinio el Viejo, pero estuvo oculta bajo tierra hasta que fue descubierta en
1506, en una viña cercana a Santa María la Mayor, y fue
adquirida por el papa Julio II. Como le faltaba un brazo se le hizo uno nuevo
en posición extendida, pero en 1957 se descubrió el brazo original que estaba
doblado tal y como Miguel Ángel había propuesto para la reconstrucción.
El mito que
representa tiene lugar durante la Guerra de Troya. Después
de que los griegos aqueos hubieran simulado una retirada, los troyanos
encontraron un caballo construido de madera en las puertas de Ilión. Laocoonte, que era el sacerdote del templo de Apolo
Timbreo en Troya, advirtió a los troyanos que si dejaban entrar en la ciudad
al Caballo de Troya caerían en una trampa tendida por los
griegos aqueos. Es entonces cuando Laocoonte pronuncia la famosa frase “Timeo
danaos et dona ferentes” (Desconfío de los dánaos (griegos) incluso cuando
traen regalos), alertando a los troyanos de que podría ser una trampa, que
dentro del caballo podía haber tropas aqueas y sugirió quemarlo. Los troyanos
no le hicieron caso y él lanzó palos en llamas para tratar de quemar el caballo
de madera. Pero,
cuando los troyanos estaban a punto de destruir el caballo, los soldados
troyanos llevaron a Sinón, quien con las mentiras ideadas por Odiseo logró
convencer a Príamo (rey de Troya) de que se trataba de una imagen sagrada
de Atenea. Laocoonte le pidió al rey tiempo para ir a sacrificar un toro a
Poseidón y esperaba que ha su vuelta el caballo estuviese reducido a cenizas.
Cuando Laocoonte se disponía a sacrificar el toro, dos serpientes marinas
llamadas Porces y Caribea llegaron desde Ténedos, salieron del mar y
atacaron a Atifante y Timbreo, los hijos mellizos de Laocoonte. Se enroscaron
alrededor de sus cuerpos y su padre, al intentar salvarlos, sufrió la misma
suerte. La tradición de Virgilio muestra las serpientes como un castigo
divino por haber intentado destruir el caballo. Los troyanos interpretaron el
episodio como una muestra de que el caballo era un objeto sagrado y de que
Sinón había dicho la verdad. Hay otra versión del mito que explica que se trató
de un castigo de Apolo porque Laocoonte se había casado con Antiopa y
engendrado dos hijos, consumando el hecho ante la estatua del dios, hecho que
constituía un sacrilegio, ya que había realizado voto de celibato.
Aquí tenéis
un vídeo por si os resulta de interés:
Fuente:
Libro
de texto “Cultura Clásica. La Guerra de Troya” de la editorial Laberinto. (Unidad 11)
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