viernes, 2 de diciembre de 2016

Colaboraciones de 4º: Alexia (2)

EL RAPTO DE PERSÉFONE

Perséfone se encontraba en un lugar paradisiaco y bucólico, acompañada por algunas hermosas ninfas y entretenida en recoger flores silvestres cuando descubrió un narciso que Gea, instigada por Zeus, había hecho brotar y cuyo olor y colorido le atrajo de inmediato; en cuanto se agachó para acariciarlo, la tierra cedió bajo sus pies y se formó un enorme agujero del que emergió la figura de Hades, el dios del inframundo. Enseguida agarró a Perséfone y la introdujo en sus dominios subterráneos; la muchacha sólo tuvo tiempo de gritar y llamar a su madre, la que oyó su grito desgarrador e inmediatamente supo que Perséfone había traspasado la frontera del abismo. Lo que nunca sospechó fue que el propio Zeus tomara parte en una acción tan vergonzosa. 

Entonces, la diosa Deméter corrió en su ayuda, pero, al no encontrarla, perdió la razón y una terrible angustia se apoderó de ella. Para calmarse, inició un largo peregrinaje de búsqueda infructuosa y llena de incertidumbre. Estuvo vagando por la tierra durante nueve días y nueve noches.
Al décimo día, a punto ya de desfallecer y mientras estaba descansando en la piedra Agelasta, la diosa se encontró con la titánide Hécate, quien también había oído el desgarrador grito de Perséfone y, aunque no pudo identificar a su raptor, sin embargo, le manifestó a Deméter que la cabeza de éste se hallaba cubierta por oscuras sombras. Este dato fue suficiente para alertar a la diosa. No obstante, decidió consultar a Helio, el dios que todo lo ve, y este le confesó la confabulación formada para raptar a Perséfone y que el fatídico narciso lo había puesto allí Gea, porque así lo había ordenado Zeus.
Irritada por la ofensa, la cólera de Deméter era tal que decidió, disfrazada de vieja, abandonar el Olimpo y sus funciones, que eran hacer crecer el trigo y llenar el mundo de vida, mientras su hija no le fuera devuelta. Como consecuencia, la tierra dejó de dar frutos y el hambre y la muerte asolaron la tierra.
El desconsuelo de la diosa era tal que el propio Zeus no pudo aguantar más la agonía de la tierra, pues temía que la raza humana sucumbiera y se extinguiera, pero, como Deméter se negaba a hacer fructificar los campos, éste decidió ceder y envió a Hermes al inframundo para exigir a Hades la liberación de Perséfone. 

Hades accedió, pero puso como condición que Perséfone no probase bocado en todo el trayecto. Sin embargo, engañosamente hace probar a la muchacha la comida de los muertos, la granada, lo cual bastaba para encadenarla para siempre al Infierno y a Hades. Zeus decretó entonces una fórmula de compromiso: Perséfone distribuiría el tiempo entre el mundo subterráneo con Hades y el terrestre con su madre. Deméter aceptó y, por fin, todo quedó resuelto. Cuando Deméter y su hija estaban juntas en el Olimpo, en primavera y verano, todos los vegetales crecían y fructificaban, pero, cuando Perséfone volvía a la morada subterránea de Hades, en otoño e invierno, Deméter estaba demasiado triste para realizar sus obligaciones y la tierra se volvía estéril.  

Fuentes:
http://elblogdegriego.blogspot.com.es/2012/03/el-rapto-de-persefone.html
ALEJANDRO, Eduardo de – CONTRERAS, José – SÁNCHEZ, Piedad (2012). Cultura Clásica. Guerra de Troya. Madrid, Ed. Laberinto, página 127.

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